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"Estoy estresado" no es lo mismo a "estoy ansioso"

Mercedes Kuri Breña

Santiago está manejando en hora pico del tráfico y con un exceso de cláxons alrededor, a punto de presentar un examen para el que lleva meses preparándose, sabe que si llega tarde no tendrá suficiente tiempo para contestarlo y además de todo no recuerda en qué salón tenía que presentarse al llegar a la universidad ya que olvidó su cuaderno en casa.

Una situación así podría generar muchísimo estrés o también un ataque de pánico, pero ¿Cuál es la diferencia?

El estrés es una respuesta fisiológica que se desencadena cuando el cerebro interpreta “algo” como peligroso o amenazante y provoca que nos activemos para combatirlo. Se trata de un proceso adaptativo del ser humano, en general, cuando hablamos de estrés nos referimos a la tensión que se genera por alguna situación que estamos viviendo. Santiago podría estar sintiendo mucho estrés ante todo lo que le rodea y la cantidad de cosas con las que tiene que lidiar, sin embargo el estrés también lo ayuda; pues hace que se active y busque otro camino con menos tráfico, le llame a su amigo a preguntar en qué salón tenía que presentarse y busque que alguien de su casa le mande la foto del cuaderno que dejó en casa para que cuando llegue a la universidad pueda reducir sus niveles de estrés y concentrarse en el examen.

La ansiedad no generaría esta misma respuesta en Santiago ya que a diferencia del estrés, la ansiedad es un estado tan elevado de preocupación y miedo que ocasiona que la persona se incapacite y no pueda lidiar con nada más, la ansiedad también es más persistente que el estrés y se puede llegar a presentar sin que la situación lo amerite, es decir, se puede sufrir un ataque de pánico en medio de la nada. Los sentimientos de ansiedad interfieren con lo que la persona está haciendo, son difíciles de controlar y sobre todo son desproporcionales al peligro real. Los síntomas de la ansiedad se pueden manifestar de distinta forma en cada persona pero más comúnmente son; sensación de nerviosismo, aumento del ritmo cardiaco y respiración acelerada, sudoración, pies fríos, sensación de debilidad, cansancio o agitación y problemas para pensar en otra cosa que no sea la preocupación actual.

Si Santiago sufriera de un ataque de pánico podría haber chocado por la cantidad de estímulos que estaba recibiendo en el coche, al llegar a la universidad podría haberse mareado o sentido perdido sin saber cómo encontrar el salón, al intentar contestar el examen no hubiera sido capaz de concentrarse y probablemente todo lo que estudió se habría borrado de su mente.

Existen muchísimas formas de lidiar tanto con el estrés como con la ansiedad y estas técnicas van desde ejercicios de relajación, psicoterapia y hasta la prescripción de ansiolíticos. Es importante ser conscientes de nuestros estados de ánimo y ser capaces de reconocer cuando estamos sintiendo demasiado estrés que pudiera convertirse en ansiedad o hasta llegar a generarnos un ataque de pánico.

Al final del día, la mayor parte de nuestras preocupaciones vienen de cómo pensamos y reaccionamos. Es por eso que si somos capaces de controlar nuestros pensamientos, los sentimientos de estrés y ansiedad serán cada vez menores y más fáciles de controlar.



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